En su Informe de Política Monetaria (IPoM) del primer trimestre, el Banco Central enterró las proyecciones económicas optimistas que había dejado el gobierno del expresidente Sebastián Piñera. Lejos de una economía recuperada, lo que se ve para el bienio 2022-23 es una ruta cuesta arriba para deshacer el sobrecalentamiento debido a la alta liquidez por los retiros y ayudas fiscales universales.
«Tras el excesivo crecimiento de 2021 [11,7%], la economía se expandirá a tasas algo bajo su potencial en 2022 y 2023, con contracciones del consumo privado y la inversión», dijo la presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, en su primera intervención en ese cargo ante el Senado. Detalló que ya se aprecia una reducción de los elevados niveles de gasto del año pasado, lo que «está ocurriendo a una velocidad algo más rápida que lo previsto».
El IPoM prevé que este año el PIb se expandirá entre 1% y 2%, con variaciones anuales negativas durante varios trimestres y retrocesos en la inversión y el consumo (-3,8% y -0,2%, respectivamente). El panorama empeora en 2023, cuando se proyecta que la actividad anual podría ir de negativa a plana, con un rango entre -0,25% y 0,75%, con la inversión mostando cierta recuperación a -0,2%, pero con el consumo profundizando su caída (-0,8%) porque los hogares ya habrán gastado parte de la liquidez acumulada y habrá menor disponibilidad de crédito.
Costa admitió que «estas estimaciones difieren significativamente de las expectativas privadas», que consideran que tanto el consumo como la inversión seguirán expandiéndose en el bienio y que ello posibilitará que un mayor avance del PIB.